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07 Dec

EL ZOCO CHICO por Carlos Galea

Publicado por larachelamemoriafragmentada

                                          PESPAÑA-041

 

Puerta monumental árabe hispana

de la medina antes amurallada,

se entra por una estrecha calle

repleta de gente abigarrada.

Mujeres con mantas y caras veladas,

hombres con chilaba, rojo casquete,

otros con turbantes, con ropa europea,

viejos judíos con faja y bonete.

Montañesas de la kabila del Sahel

con sus sombreros de paja y borlones,

llevan faldas rojiblancas a rayas,

y las polainas de cueros marrones.

Se desemboca en una amplia calle

que llega al portal de la Alcazaba,

con una arquería a cada lado,

de gastados pedruscos la calzada.

Diminutos comercios bajos los arcos

con el mostrador cubriendo la entrada,

y el vendedor sentado encima,

sobre un cojín las piernas cruzadas.

Sin la necesidad de desplazarse,

vende artículos que tiene al lado:

zapatos, correas, babuchas, caftanes,

jarrones de cobre o latón cincelado.

Bonitas teteras de falsa plata,

azúcar de pilones, té y café,

velas quinqués, cerillas, mecheros,

las especias orientales a granel.

El queso fresco sobre una palma,

manteca rancia en potes esmaltados.

la tortilla de harina de garbanzo,

y los buñuelos de viento ensartados.

Pinchos morunos de carne picada,

los desnudos mejillones cocidos,

las tortitas de harina porosas,

habas con sal y cominos molidos.

¡¡¡Yaban kulubán!!!

Vocea alto el vendedor ambulante

paseando un pastoso caramelo

fundido sobre una caña,

y espanta las moscas con el pañuelo.

Fuera de la arquería, en aceras

que bordean la calzada de adoquines,

se instalan numerosos vendedores

de objetos dispares de mil confines.

Cafeteras doradas o plateadas,

vasos y platos, vestidos usados

viejos cuadros y muebles antiguos,

llaves, cadenas, cerrojos, candados.

Sobre mesitas con blancos manteles,

tortas salidas del horno recientes,

invita a comprarlas a los que pasan

su buen olor, que domina el ambiente.

Campesinos que ofrecen los productos

traídos con sus borricos a la ciudad,

los colocan en el suelo apilados,

pregonando a gritos su gran calidad.

Naranjas muy ácidas de piel fina,

pepinos, calabazas, grandes melones,

verduras de un sabor penetrante,

higos chumbos por pequeños montones.

La palmicha –dátil del palmito-

moras, madroños en cestas de caña,

los níscalos y otras setas del pino

recogidos en bosques de la montaña.

En un estrecho callejón adyacente,

que ofrece sombra y frescura,

salitrosos pescadores de caña

exponen en los cestos sus capturas.

Muestran al pasante su gran variedad

de pescados: doradas, sargos, corvinas,

ricas angulas de pesca furtiva,

zalemas, lisas, congrios y lubinas.

Se oculta el sol en el horizonte,

se enciende el cielo de nubes rosas,

el canto del almuecín llama al rezo,

los vendedores recogen sus cosas.

CARLOS GALEA

 

 

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