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04 Dec

LARACHE, seguiremos recordandote por Mº Lucia Motes Gadea

Publicado por larachelamemoriafragmentada

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Tenía el propósito de dar un “paseo” por el típico Zoco Chico, lugar frecuentado tanto por los residentes de la ciudad como por los que la visitaban por primera vez. Sin embargo, he preferido echar una mirada hacia atrás en el tiempo y decir algo sobre Larache en algunos de sus aspectos: mitológico, comercial, agrícola, marítimo y fluvial. Por todo ello, fue siempre muy codiciada y atractiva desde los tiempos más remotos.

¿Quién no conoce la leyenda a la que va unida el Jardín de las Hespérides? Sí, aquí tenía Anteo su palacio que albergaba a las musas que tenían su jardín donde crecían las famosas manzanas de oro; un dragón era el encargado de protegerlas, así como al palacio. (Sin que nadie me oiga ¿no serían naranjas?).

Dejaron sus huellas griegos, romanos, portugueses y españoles, ya en las conocidas Ruinas del Lixus situadas sobre una colina que dominaba el valle del río que les dio su nombre, ya en las murallas almenadas junto con algún que otro cañón abandonado …. quizá, restos de aquellas que en 1618 el Maestre de Campo Pedro Rodriguez Santisteban hizo por la zona marítima cerca del Castillo de San Antonio, ocho años después de ganar la plaza reinando Felipe III, el Marqués de la Ynojosa. Asímismo, se hallaron algunas inscripciones como: Felipe III 1663, otra: Carlos II 1682.

Larache fue siempre importante por su Mar, el Atlántico, el de la “ese” por su forma y que bien pudiera significar Sublime, Sorprendente, Sereno a veces, Soberbio otras, pero siempre Soñado por navegantes y aventureros.

El río navegable por faluchos y otros barcos de vela, hizo que Larache junto con Alcázarquivir se convirtiera en un interesante centro comercial agrícola, abastecedora del reino de Fez. Transportaban a España, trigo, habas, huevos, alpiste, pieles y lanas.

Posteriormente, debido a un paro agrícola consecuencia del estado anárquico del país, quedó interrumpida la relación comercial, reanudándose más tarde cuando barcos de vapor procedentes de Europa, lograron resurgir de nuevo el comercio entre el antiguo continente y Marruecos, importando azúcar, velas, té, harina, petróleo, tejidos y papel.

El inconveniente que encontraban los barcos al estar a merced de las mareas, hizo que el Majzén en 1919, contratara a una empresa alemana la construcción de una barrera conocida como “el espigón”, en la desembocadura del río por la margen izquierda y así defender la entrada de los barcos sometidos a los temporales del noroeste. Estas obras continuaron con un dragado ¿quién no se acuerda de la famosa “draga” en el muelle que se encargaba de limpiar el canal? Además del muelle hubo otras obras que se realizaron durante el Protectorado ayudando a adquirir más importancia al puerto. No olvidemos la pesca y las almadrabas que despertaron un desarrollo industrial junto con la agricultura, manifestándose en varias fábricas de conservas.

Una nota curiosa era ver cómo la grúa trasladaba aquellos enormes atunes desde los barcos que llegaban al muelle a los camiones para llevarlos a las respectivas fábricas. Algunos domingos de la temporada, nos acercábamos por la tarde para ver cómo el brazo de la grúa izaba unidos por las colas, tres, a veces uno más o menos según el tamaño, aquellos atunes y lentamente los depositaba sobre la plataforma de los camiones. Este espectáculo terminó cuando les cortaron el paso antes de que pudieran llegar a nuestras costas.

Al mismo tiempo que se mejoró la entrada por mar, se hizo más segura la terreste. Las pistas se transformaron en carreteras y los caminos fueron al mismo tiempo más seguros.

En los primeros años del siglo XX se podía acceder a la ciudad del Lucus por mar o por tierra. Había una línea marítima Cádiz-Larache, vía que era la más solicitada por pasajeros procedentes de España, pero tenían el inconveniente que padecían los barcos sometidos a los “temporales” de la barra. Si era adecuado el estado del mar, el barco se quedaba fuera, no podía entrar en el muelle debido a su calado.

Y aquí venía la sorpresa de los que venían por primera vez. Barcazas provistas de cuatro remeros se apostaban junto al barco e iban recibiendo en brazos a los pasajeros y equipajes. El transporte en barcazas costaba 2 pts por persona y 0,25 pts. por bulto.

A veces, el barco debido al mal tiempo, continuaba hasta el puerto de Tánger. Y de aquí, por tierra hasta nuestra ciudad. Esta vía era algo insegura por algunas bandas que campeaban por las montañas y se aventuraban a acercarse a las carreteras, la mayor parte eran pistas, para obtener dinero o rehenes. Pero aquí no terminaba la sorpresa de los que por primera vez venían por vía terrestre. Al llegar el coche al río Lucus, los pasajeros tenían que atravesar un puente de barcas (puente militar) a pie hasta la orilla opuesta donde los recogía otro coche que los llevaba a la ciudad. Así funcionó hasta 1929, año en el que se inauguró un hermoso y sólido puente cuyo ingeniero, según le oí decir a mi padre, se llamaba D. Pascual Aragonés. Hace años dejó de ser útil y lo sustituyó otro más adaptado al aumento de circulación y a vehículos más grandes y pesados que los de antaño.

Pronto, nuestra ciudad contó con 2 diarios: “El Popular” fundado y dirigido en 1916 por Miguel Armario Peña y en 1919 “El diario Marroquí”, cuyo director, Rafael López Rienda, fue un destacado periodista defensor de los intereses de España en Marruecos.

Mis queridos amigos de Larache, os dejo por hoy. Otro día daremos un paseo por el Zoco Chico.

No puedo olvidarte, mi querida Larche, echo de menos tu luminosidad, el colorido de tus jardines, tu olor …. Pero sobre todo ¡tu Mar! ¡quién pudiera contemplarte…!

Un cariñoso abrazo para todos, amigos y alumnos.

MºLucia Motes Gadea

(La Srta. Motes)

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